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Las alergias primaverales tienen una alta incidencia en la población, con los consecuentes trastornos dermatológicos y respiratorios. En este post, se abordan los tipos de hipersensibilidad y de alergia, así como el tratamiento inmunoterápico y farmacológico, con especial atención a los diferentes antihistamínicos (sedantes y no sedantes).

El sistema inmune actúa dotando al organismo de una capacidad defensiva frente a cualquier organismo extraño. Este complejo sistema en la mayoría de los casos da lugar a efectos beneficiosos, ya que protege al organismo de posibles infecciones (bacterianas, virales, etc.), pero en otras ocasiones puede provocar efectos no deseados, serían los casos de hipersensibilidad o alergia. En ambos casos, el sistema inmunitario actúa como un todo, es decir, todos los componentes que median una respuesta inmunitaria operan en conjunto.

Una reacción alérgica puede definirse como un estado patológico provocado por una reacción específica y desproporcionada por parte del sistema inmunológico al entrar en contacto éste con una determinada sustancia, normalmente inocua, conocida como antígeno. Las manifestaciones más características son de tipo inflamatorio y presentan importantes variaciones según el órgano o tejido afectado: rinitis, conjuntivitis, urticaria, dermatitis, asma, etc., que veremos descritas más adelante.

Tipos de hipersensibilidad

Hacer una clasificación de los tipos de hipersensibilidad es una tarea complicada, ya que hay algunas que se basan en el tiempo necesario para que aparezcan los síntomas tras ponerse en contacto con el antígeno (hipersensibilidad inmediata o retardada); otras en el tipo de antígeno o en el tejido u órgano afectado o en otros criterios. Aquí se ha decidido reflejar la adoptada por Gell y Coombs, que comprende cuatro tipos: los tres primeros corresponden a una hipersensibilidad inmediata, y el cuarto a una hipersensibilidad retardada.

Tipos de alergias

A continuación vamos a describir algunas de las alergias que más frecuentemente se manifiestan en la estación primaveral.

Asma alérgica o extrínseca

Tiene su origen en la infancia, generalmente antes de los 10 años, y muy raras veces se manifiesta cumplidos los 30 años. Su incidencia en los últimos años ha aumentado considerablemente sin existir una causa objetiva, aunque es muy frecuente en pacientes que desarrollan este tipo de alergia que posean antecedentes familiares. Los alergenos responsables de esta patología respiratoria pueden ser de muy diversa índole, aunque en el caso concreto del asma estacional (primaveral), los pólenes son la causa más frecuente y pelos, plumas, caspa, etc. de animales domésticos también juegan un papel importante en esta alteración respiratoria.

El paciente afectado de asma presenta una serie de signos y síntomas que evidencian la enfermedad, como la disnea: dificultad respiratoria debida a una vasoconstricción de la musculatura lisa bronquial y a la existencia de mucosidad bronquial espesa, tos y respiración entrecortada.

Rinitis alérgica

Es una reacción de hipersensibilidad tipo I, mediada por inmunoglobulinas tipo IgE que afecta a la mucosa nasal. La predisposición genética y el nivel de exposición a pólenes u otros alérgenos responsables son factores determinantes en la aparición y desarrollo de esta patología. La manifestación de la sintomatología empieza en la niñez y adolescencia, disminuyendo la incidencia a medida que aumenta la edad del paciente.

La forma estacional aguda de la rinitis alérgica se conoce también con el nombre de polinosis o fiebre del heno. En este caso el agente causal suele ser polen vehiculizado por el viento, siendo los más frecuentes en la estación primaveral los de olivo, roble, olmo, arce, aliso, abedul y enebro. Dependiendo de la localización geográfica existirán importantes diferencias y predominio de un polen sobre otro. La nariz, paladar, faringe y ojos, una vez iniciada la estación del polen, empiezan a experimentar una sensación de picor, la cual puede aparecer gradual o bruscamente. La sintomatología consistente en estornudos, lagrimeo, rinorrea seromucosa abundante, congestión nasal, prurito, a veces se acompaña de conjuntivitis, faringitis, cefaleas, irritabilidad y fatiga. Estas manifestaciones remiten de forma natural a medida que se evita el contacto con el alérgeno. Si esto no es posible y el tratamiento farmacológico no es bien tolerado o se necesitan glucocorticoides sistémicos para su remisión, es recomendable siempre que se conozca el alérgeno responsable, la instauración de un tratamiento de inmunoterapia. Este tipo de tratamiento deberá empezar poco después de finalizar la estación polínica para así poder preparar al paciente para la próxima temporada.

La rinitis consiste en una inflamación de la mucosa nasal y se caracteriza por síntomas como mucosidad nasal (rinorrea), estornudos, congestión nasal y/o picor nasal. Estos síntomas se presentan generalmente durante dos o más días consecutivos y a lo largo de más de una hora la mayoría de los días.

Los niños en edad preescolar pueden presentar solamente obstrucción nasal. Sin embargo, la obstrucción nasal como único síntoma raramente está asociada a la alergia.

La rinitis alérgica es la forma más frecuente de rinitis no infecciosa y está asociada a una respuesta inmunitaria mediada por IgE ante la presencia de alérgenos.

 

¿Qué diferencia la rinitis alérgica del catarro común?

Es importante diferenciar la rinitis alérgica del resfriado común para evitar la aparición de complicaciones como el asma. La rinitis alérgica es una inflamación de la mucosa debida a una causa alérgica, mientras que el resfriado común es un proceso infeccioso de la mucosa nasal y de la faringe, casi siempre de origen vírico.

Aunque tienen síntomas similares (moqueo, estornudos, congestión nasal), generalmente es posible distinguirlos. El catarro puede estar acompañado de febrícula o fiebre, suele durar una semana y los síntomas son continuos durante el día. Por el contrario, la rinitis alérgica rara vez se acompaña de febrícula, es más fluctuante durante el día y suele durar más tiempo. Por otro lado, la secreción nasal también suele ser definitoria: en el caso del catarro común, la mucosidad es más espesa, amarillenta o verdosa, mientras que en la rinitis alérgica suele ser líquida, transparente y sale de forma continuada, como un goteo.

¿Cuáles son las causas más frecuentes de rinitis alérgica?

Los aeroalérgenos intervienen con gran frecuencia en la rinitis alérgica y el asma. Suelen clasificarse como agentes de interior (principalmente ácaros del polvo y animales domésticos), de exterior (pólenes y mohos) o laborales.

La rinitis laboral surge como respuesta a un agente que se transporta por el aire, que está presente en el lugar de trabajo, y puede deberse a una reacción alérgica o a la respuesta a un factor irritante. Las causas más comunes son los animales de laboratorio (ratas, ratones, cobayas, etc.), maderas, látex, enzimas, harinas, ácaros y sustancias químicas.

 

¿Qué otras causas de rinitis existen?

La causa de rinitis más habitual es la rinitis infecciosa, también conocida como rinosinusitis, que consiste en un proceso inflamatorio que afecta a la mucosa nasal y a uno o más senos paranasales. Esta rinitis puede ser vírica o bacteriana, y según la duración de los síntomas se clasifica en aguda y crónica.

Otras causas de rinitis comprenden: la relacionada con el trabajo, que puede deberse a una reacción alérgica o en respuesta a un factor irritante; la rinitis inducida por fármacos, en especial por efecto de los antiinflamatorios no esteroideos (AINE); rinitis hormonales; rinitis inducidas por alimentos, o las relacionadas con factores físicos y químicos, como pueden ser los cambios de temperatura bruscos, el humo del tabaco, la humedad o los olores fuertes, que conocemos como rinitis vasomotora.

El término rinitis medicamentosa se utiliza para referirse a la obstrucción nasal de rebote que presentan los pacientes que utilizan descongestionantes nasales de forma crónica. En estos casos es necesario retirar el medicamento responsable, así como tratar la enfermedad provocada por su empleo.

¿Cómo se clasifica la rinitis alérgica?

La rinitis alérgica, según su duración, puede clasificarse en intermitente o persistente. Esta clasificación se ha realizado en función de los días con síntomas. Así pues, una rinitis intermitente es aquella en la que la presencia de síntomas ocurre cuatro o menos días a la semana, o bien durante cuatro o menos semanas consecutivas. La rinitis persistente es la que implica síntomas durante más de cuatro días a la semana, o más de cuatro semanas seguidas.

Además, según la gravedad de los síntomas también se dispone de otra clasificación. La rinitis alérgica es leve cuando no exista ninguno de los ítems siguientes: alteración del sueño, deterioro de las actividades diarias, deportivas y/o de ocio, deterioro laboral o escolar o síntomas molestos. En presencia de uno a tres ítems se denomina moderada, ygrave cuando se den los cuatro.

 

¿Es muy frecuente la rinitis alérgica?

La rinitis alérgica representa un problema global de salud, pues afecta a un 10-25% de la población, y en algunos países llega hasta el 40%, sobre todo en rinitis alérgica estacional. En España, los síntomas nasales son el motivo de consulta del 57,4% de los pacientes atendidos en los servicios de Alergología; se ha detectado un 22% de prevalencia en nuestro país.

¿Cuáles son los factores de riesgo para presentar una rinitis alérgica?

La rinitis alérgica es una enfermedad multifactorial, producida por la interacción entre los genes y el entorno. Los hijos de padres alérgicos tienen mayor probabilidad de desarrollar una enfermedad alérgica. Sin embargo, los factores ambientales a los que se exponga la persona acabarán determinando si un individuo presentará o no una rinitis alérgica. La denominada hipótesis de la higiene postula que las infecciones y el contacto antihigiénico podrían ofrecer protección frente a la alergia, mientras que un entorno estéril fomentaría su aparición.

La exposición a los alérgenos del entorno favorece la formación de anticuerpos específicos encargados de las reacciones alérgicas. Así, según el lugar donde se viva o trabaje, los alérgenos responsables de la rinitis alérgica pueden ser diferentes.

¿Cómo afecta la contaminación a la rinitis alérgica?

Se ha demostrado que la rinitis alérgica es más frecuente en personas que viven en regiones con mucho tráfico de vehículos. Se ha observado un aumento en la alergia al polen en relación con el aumento del tráfico de camiones.

Los productos de la combustión de los carburantes pueden actuar como aditivos en el sistema inmunitario y potenciar la inflamación alérgica. También pueden potenciar los alérgenos del polen.

Los principales contaminantes atmosféricos que son emitidos por los automóviles se clasifican en contaminantes oxidantes, contaminantes sulfúricos, agentes químicos orgánicos, dióxido de carbono, metales y partículas sólidas.

Los efectos agudos de la contaminación exterior son aumento de los síntomas de rinitis o de las consultas por rinitis alérgica los días de más polución. Igualmente, la contaminación es una causa importante de los síntomas nasales en las personas no alérgicas.

¿La rinitis alérgica puede afectar a la calidad de vida relacionada con la salud?

La rinitis alérgica, además de producir los síntomas clásicos ya descritos, también se asocia a un deterioro del funcionamiento cotidiano de los pacientes. Estos pacientes pueden manifestar un grado importante de fatiga y cambios de humor, cierto deterioro de la función cognitiva, depresión y ansiedad. Por ello el deterioro de la calidad de vida y del rendimiento laboral y escolar es frecuente, especialmente con síntomas moderados/graves.

Los síntomas mal controlados de la rinitis alérgica también contribuyen a una pérdida o alteración del sueño, que se puede ver incrementada por el uso de tratamientos sedantes.

 

¿Cómo se diagnostica la rinitis alérgica?

El diagnóstico de la rinitis alérgica se basa en la concordancia entre una historia habitual de síntomas alérgicos y las pruebas diagnósticas. Los síntomas de la rinitis son rinorrea, estornudos, obstrucción nasal y picor nasal, frecuentemente acompañados de picor ocular y lagrimeo.

 

¿Cuál es el tratamiento adecuado para la rinoconjuntivitis alérgica?

El tratamiento farmacológico de la rinoconjuntivitis alérgica se debe adaptar a los síntomas del paciente y a la gravedad de éstos.

Actualmente se dispone de medicamentos tópicos y orales. Los tópicos son útiles para tratar de forma aislada el órgano afecto. En este caso, existen antihistamínicos, descongestionantes y corticoides intranasales. Los descongestionantes sólo se recomiendan durante breves períodos de tiempo y en caso de obstrucción nasal intensa. Los antihistamínicos nasales son útiles cuando predomina la rinorrea, pero los corticoides nasales son los fármacos que han demostrado ser más eficaces para el tratamiento de la rinitis alérgica. Para aplicación ocular en forma de colirio, se dispone también de antihistamínicos, muy útiles cuando los síntomas predominantes son el picor ocular y el lagrimeo.

En cuanto a la medicación oral, los más extendidos y útiles para un control global de la enfermedad son los antihistamínicos orales, aunque para el control de la congestión nasal son más útiles los corticoides intranasales. Siempre que sea posible, se deberá utilizar un antihistamínico de segunda generación debido a razones de seguridad, por producir menor número de efectos secundarios. También han demostrado ser eficaces en el tratamiento de la rinitis alérgica los antileucotrienos, con una eficacia similar a los antihistamínicos orales, aunque menor que la de los corticoides intranasales.

¿Qué efectos secundarios puede tener el tratamiento de la rinitis alérgica?

El efecto secundario más importante de los antihistamínicos orales es la somnolencia. Este problema se ha visto muy reducido con la aparición hace ya unos años de los antihistamínicos de segunda generación, que son los recomendados como primera línea de tratamiento. Aun así, la susceptibilidad individual al tratamiento puede implicar pérdida de atención o leve cansancio, mejorable en algunos casos con el cambio de antihistamínico.

En el caso de los corticoides intranasales, es importante destacar que los de última generación presentan un índice de absorción a nivel sanguíneo muy bajo, por lo que la seguridad de su uso a largo plazo es muy elevada. Eso implica que el riesgo de sufrir los temidos efectos secundarios de los corticoides orales a largo plazo es prácticamente inexistente.

Los descongestionantes nasales sólo deben usarse por breves períodos de tiempo (3-5 días máximo), ya que su uso continuado puede provocar un efecto de rebote inducido por la disminución de la eficacia tras el uso prolongado. Mantener el tratamiento por más tiempo puede acabar provocando una rinitis medicamentosa.

¿Qué son las vacunas para el tratamiento de la alergia?

Además de la medicación para controlar los síntomas, se dispone de las vacunas con alérgenos, que en la actualidad es el único tratamiento específico para tratar la causa responsable de la alergia y alterar la evolución natural de las enfermedades alérgicas. Su administración puede ser subcutánea o sublingual, y requieren de un diagnóstico preciso de la causa para ser eficaces. Este tratamiento es complementario de la medicación sintomática y tiene como objetivo la reducción de los síntomas derivados de la rinitis y el asma, incluso años después de acabar con el tratamiento. Además, las vacunas para el tratamiento de la alergia reducen la aparición de asma y de nuevas sensibilizaciones.

Su tolerancia es muy buena y en la actualidad se ha reducido mucho el riesgo de reacciones adversas, que suelen producirse en el lugar de inyección, pudiendo presentarse inflamación o enrojecimiento de la zona, habitualmente autolimitado y con mejoría tras aplicación de hielo local o la toma de un antihistamínico.

¿Son de utilidad las medidas de control ambiental?

Aunque la opinión mayoritaria es que la evitación de los alérgenos debería producir una mejoría de los síntomas, son pocas las pruebas que respalden el uso de las diferentes medidas existentes de forma aislada.

En el caso de los pacientes alérgicos a los ácaros del polvo, el uso aislado de fundas para el colchón, aspiradoras con filtro HEPA incorporado, el uso de acaricidas o la reducción del número de objetos que acumulan polvo consiguen como máximo una reducción mínima de los niveles de ácaros, pero sin ningún beneficio clínico. Probablemente sea necesario un control global para poder alcanzar una mejoría de los síntomas.

 

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